martes, 21 de junio de 2016

Alimentación y ejercicio en la diabetes mellitus 2 *DM2*


Alimentación y ejercicio


Dieta y ejercicio son la base fundamental del plan terapéutico y, en algunos pacientes, la única intervención necesaria. 
Los objetivos de la alimentación del diabético son: proporcionar un buen estado nutricional y contribuir a prevenir y tratar las complicaciones, tanto agudas como crónicas. 



Una alimentación correcta conseguirá estos objetivos al ayudar a:
– Alcanzar la normalidad bioquímica (glucemia y lí-pidos plasmáticos).
– Minimizar las fluctuaciones de glucemias posprandiales.
– Conseguir y mantener el normopeso.

Las principales recomendaciones nutricionales en la dieta del diabético, tanto en porcentaje de principios inmediatos como en sus aspectos cualitativos:

Hidratos de carbono (HC)
La alimentación del diabético, al igual que la del no diabético, debe ser rica en HC complejos o de absorción lenta (cereales, legumbres y tubérculos), los cuales han de proporcionar el 50-60% de la energía43,49. Las dietas ricas en HC protegen de la cetosis, contribuyen a estabilizar el control y permiten reducir el contenido de grasas. La fruta será consumida moderadamente y siempre acompañada de otros alimentos. Se evitarán los zumos.
Grasas
Aportarán el 25-30% de la energía total diaria. Se sustituirán los alimentos ricos en grasas insaturadas y colesterol por otros con grasas mono y poliinsaturadas43,48. Se aconsejará el consumo de aceite de oliva, pescado blanco y azul, aves de corral y derivados lácteos semidesnatados o, mejor aún, desnatados.
Proteínas
Las proteínas aportarán como máximo el 15% del total de calorías diarias. Las necesidades en los adultos son de 0,8-1 g/kg/día. En caso de nefropatía clínica se reducirá a 0,6 g/kg/día. Debe potenciarse el consumo de proteínas vegetales y limitar los alimentos de origen animal por su alto contenido en grasas saturadas.
Fibra
Retrasa el vaciamiento gástrico y disminuye la absorción de los hidratos de carbono y los lípidos, reduciendo las glucemias posprandiales y los triglicéridos. Se recomendará el consumo de alimentos ricos en fibra: verduras, fruta entera, legumbres, cereales integrales, etc.
Alcohol
El consumo moderado de alcohol (< 30 g/día) no parece desaconsejable en los diabéticos. Debe tenerse en cuenta el aporte calórico del alcohol (7 kcal/g) y el contenido en HC de algunas bebidas (mejor vinos secos, cava brut nature, sidra seca). Sin embargo, el alcohol puede desencadenar una hipoglucemia por inhibición de la neoglucogénesis hepática, por lo que se evitará su consumo fuera de las comidas. Se desaconsejará en presencia de hipertrigliceridemia o neuropatía y en pacientes tratados con dosis altas de sulfonilureas.
Bebidas y refrescos embotellados
Suelen ser ricas en HC de absorción rápida. Pueden permitirse las bebidas tipo light o sin azúcar, algunas gaseosas, sodas e infusiones.
Edulcorantes
Se aconsejarán edulcorantes no nutritivos, su consumo será moderado, ya que en exceso pueden ocasionar flatulencias o diarreas.
Edulcorantes nutritivos: sacarosa, fructosa, sorbitol, manitol y xilitol.
Edulcorantes no nutritivos: sacarina, ciclamato, aspartamo, acesulfame K y sucralosa.


Ejercicio físico

La práctica de ejercicio regular constituye una parte del plan terapéutico que no debe ser descuidado.
Mejora el metabolismo hidrocarbonado, contribuye a reducir peso o mantener el peso normal, mejora los factores de riesgo cardiovascular, aumentando las HDL y reduciendo las LDL, los triglicéridos y la presión arterial, mejora el rendimiento físico, la calidad
de vida y el bienestar.
La mejora sobre el metabolismo de los HC se produce por un aumento de la sensibilidad a la insulina,
una disminución de la glucemia (durante y después del ejercicio) y una disminución de la glucemia basal y posprandial. Los beneficios se manifiestan a los 15 días pero desaparecen a los 3-4 de no realizarlo.
El tipo de ejercicio a realizar dependerá de la edad, preparación física y preferencias del paciente. Es conveniente que sea de tipo aeróbico y de intensidad moderada (caminar, nadar, etc.). Un ejercicio intenso y desacostumbrado en un corto espacio de tiempo puede provocar una hipoglucemia o empeorar el control metabólico en las horas siguientes, obteniéndose un resultado contrario al esperado. En general, la intensidad máxima de esfuerzo a realizar se controla mediante la frecuencia cardíaca máxima (FMC) que se debe alcanzar durante el ejercicio y que se calcula restando a 220 la edad (p. ej., 220 – 60 años = 160 lat/min). Si no es posible tomar el pulso se aconsejará al paciente una intensidad que permita hablar durante el ejercicio sin dificultad respiratoria.
Según el tipo de ejercicio, la frecuencia podrá ser de una hora diaria (andar) o de una hora tres veces por semana (gimnasia, natación). El ejercicio físico ideal para la mayoría de los diabéticos será caminar de 45-60 min/día, 3-5 días por semana. Aunque no existe contraindicación formal para la práctica deportiva, deben desaconsejarse aquellos que conllevan un riesgo intrínseco (boxeo, submarinismo, alpinismo). 
En caso de neuropatía o pie diabético es importante evitar ejercicios que pueda suponer algún traumatismo en los pies, como saltar, carrera, fútbol o bicicleta de montaña, siendo preferibles los ejercicios en medio acuático. 
Si existe macroangiopatía y se pretende realizar un esfuerzo intenso es
preciso realizar una prueba de esfuerzo o un registro electrocardiográfico ambulatorio (Holter).


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